martes, 24 de julio de 2007

Beijing, la gran capital china. Cap.3

El tercer dia al habernos divorciado de nuestro grupo nos lo tomamos más tranquilamente, nos levantamos sobre las 9.00 y a eso de las 10.00 ya estábamos buscando un taxi para dirigirnos al palacio de verano de la Emperatriz, justo en la otra punta de la ciudad. Tardamos casi una hora en llegar debido al tráfico. Recuerdo que hacía mucho calor y como es normal había mucha gente pero nada que ver con la que nos encontramos en la ciudad prohibida hacía dos dias. Después de decir veinte veces a veinte personas distintas que no queríamos a ningún guía por muy bien que hablara el inglés pudimos entrar.
El palacio en sí es precioso, Cixi, que así se llamaba la viuda del emperador vivía rodeada de lujo, incluso mandó contruir un barco de mármol dedicado al ejército.
Debido al cansancio acumulado y al calor nos íbamos sentando allí donde podíamos, al menos las vistas eran magníficas. Un lago enorme lleno de barcas presidido por un paseo también precioso debía ser uno de los lugares favoritos de la emperatriz, de entre los árboles a veces parecía que llegaba una brisa fresca, además el pasillo que daba al paseo estaba lleno de ventanas desde las que se podía contemplar el lago, era curioso porque no había ninguna ventana igual a otra.
Era la hora de comer y todavía nos quedaba más de medio palacio por visitar así que decidimos comprar unas galletas para calmar un poco el hambre. Finalmente y tras dar muchas vueltas por el palacio llegamos a una especie de bosque al lado de un canal de agua por el que navegaban pequeñas barcas, nuevamente decidimos hacer un alto en el camino para refrescarnos y decidir que íbamos a hacer el resto de la tarde. Al día siguiente regresábamos a Chengdú así que era nuestra última oportunidad de disfrutar de la mágia de Beijing hasta no se sabe cuando de manera que decidimos terminar nuestra visita al Palacio de verano y tomamos el autobús público.
El tránsito en Beijing es bastante denso, además el autobús no tardó en llenarse. El aire acondicionado estaba encendido pero a mi me tocó sentarme al lado de la ventana donde daba el sol así que cada vez tenía más calor. Por lo menos iba sentado. Tras 45 minutos de autobús decidimos bajarnos cuando las calles empezaron a sonarnos. Solo queríamos encontrar un restaurante y como por arte de magia no había ninguno, caminábamos por calles y más calles y ni rastro alguno de un solo restaurante. Finalmente encontramos uno especializado en JiaoZi, raviolis chinos. No nos lo pensamos y entramos dispuestos a terminar con todos los JiaoZi del local. Después habiendo saciado el hambre proseguimos con nuestro paseo por la ciudad. Para resumirlo rápidamente nos pasamos toda la tarde de compras y disfrutando de la ciudad hasta la hora de cenar. Mientras cenábamos recordamos que el día anterior un taxista nos había hablado de una zona muy bonita donde ir a tomar unas copas así que nos fuimos para allá y resultó ser una decisión muy acertada. La zona en sí estaba llena de locales, en todos había música en directo, se trataba de un paseo a orillas de un lago enorme, después de pasear durante un buen rato y de investigar por todos los locales nos decidimos por uno y estuvimos charlando casi hasta la una de la madrugada. Cuando ya no pudimos más del cansancio buscamos un taxi hasta el hotel.

en el palacio de verano de la emperatriz, recuerdo que hacia mucho calor




frente a la embarcación de mármol dedicada al ejército, no hace falta
que diga que no está pensada para navegar, el mármol no flota



Lluís cazando moscas, su técnica es muy refinada, se mantiene inmóvil
con la boca abierta a la espera de que alguna mosca pase despistada por
delante suyo o que directamente se pose por decisión própia dentro de su boca.
Todo un especialista




en un cómodo y refrescante local de los muchos que hay en Beijing


Vista desde la terraza de un bar muscial de la zona más chic de Beijing

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Al dia siguiente no recuerdo a que hora nos levantaron, era el último dia y teníamos que regresar a Chengdú por lo que la guía nos dijo que debíamos ir junto al grupo para no tener problemas y llegar todos juntos al aeropuerto, ningún problema, ya nos habíamos salido con la nuestra eso sí, para este último dia nos tenian preparada una última sorpresa en forma de, a ver si adivináis, sí una estupenda y hermosa tienda de jarrones, platos y elementos decorativos chinos diversos. No opusimos resistencia y participamos de la visita a nuestra manera. Estuvimos allí dentro casi una hora y media.
La siguiente parada era el aeropuerto, nos daba pena dejar Beijing pero por otro lado estábamos un poco cansados de estar tan controlados. En parte teníamos ganas de terminar el viaje pero no iba a ser tan fácil. Al ir a buscar los billetes nos volvimos a encontrar con el mismo problema que en Chengdú, nusetros nombres estaban mal escritos y lo que en Chengdú no pareció ser un gran problema, al fin y al cabo tardaron 40 minutos en solucionarlo aquí hubo momentos que pensamos que nos tendríamos que quedar en Beijing. No quiero explicar nada más sobre el tema, solo que la oficina de Chengdú demostraron ser unos completos incompetentes e inoperantes y que si no llega a ser por la guía vete tu a saber cuando habríamos podido volver a nuestra casa.

Tres días después de regresar a Changdú Lluís y Guillem volaron hacia Barcelona, solo me queda decir que me lo pasé muy bien pese a lo cansino que puede llegar a ser Gulliem, jejeje, es broma, la verdad es que todo fue muy bien, hacía tiempo que no me divertía tanto, sin lugar a dudas tanto Lluís como Guillem son unos excelentes compañeros de viaje. Tras su marcha nos pasó como con la marcha de Saya, era como si nos faltara algo. Una de las primeras cosas que haré al llegar a Barcelona, que por cierto es dentro de un mes, será intentar organizar una cena con ellos dos, a ver si tienen tiempo porque se que van algo atareados, sobretodo Lluís. XD

Y bien, así termina nuestro viaje inolvidable a la capital China, me quedo con la sensación de que algún dia volveré a Beijing, la pregunta es ¿cuándo?

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